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lunes, 13 de enero de 2014

Hormonas de la felicidad

De toda la vida, desde que era una enana me encanaba de la risa por nada, y ahora con 19 años, formal y con cierta madurez, me sigo encanando por nada y por todo. He sido y soy de risa fácil, contagiosa y sonora, de esa que no puedes cortar por-nada-del-mundo y en los momentos más inoportunos te entra y a ver qué haces. Soy de una risa escandalosa. De esa risa que da flojera, que si estoy de pie, me caigo al suelo… Tal cual! (lo prometo, y mi madre también).
Hace unos años, cuando iba al colegio, tenía un profesor con el que me tronchaba en las clases. No era el típico profesor-graciosillo-que-va-de-guay, no, él soltaba paridas muy buenas (y con el que aprendí muchísima literatura, todo hay que decirlo). Durante la clase, continuamente, soltaba alguno que otra y pretendía que nuestra risa (la de 26 adolescentes) durara un suspiro; pero ahí estaba Belén sin poder parar de reírse, con esa parida y con la que había soltado hace diez minutos… Un show… Al profesor se le acababa la paciencia y me lanzaba unas miradas fulminantes. Si fuera otr@ alumn@ lo hubiera echado de clase, pero conmigo hacia una excepción, se ve que por no hacerme pasar el ridículo de quien anda con dos copas de más…

Por simple curiosidad busco en la RAE la definición de “Reír” y entre todas las que hay, la que más se parece a lo que hago yo cuándo me río, es: “Manifestar regocijo mediante determinados movimientos del rostro, acompañados frecuentemente por sacudidas del cuerpo y emisión de peculiares sonidos inarticulados.”
Soy de las que me río con todo el cuerpo, esa risa en la que te duele la tripa, que te falta el aire y te ahogas; ese reír en el que están a punto de caerte las lágrimas. Recordando unas frases robadas del blog Al hilo de...“Y se ríe sin saber por qué pero se ríe hasta que la cara le duele ¿han reído así, verdad? Reír con todo el cuerpo, no como los farsantes que nos intentan vender algo, reír como un niño pequeño que se cae de espaldas con las carcajadas en esa época mágica en la que el cuerpo mide lo mismo del ombligo hacia arriba que del ombligo hacia abajo…”

¿Sabías que cuándo nos reímos nuestro cerebro libera unos neurotransmisores que actúan como analgésico y nos producen una sensación de bienestar? Esos neurotransmisores son las endorfinas y la dopamina; las famosas hormonas de la felicidad.
Los humanos somos los únicos seres que pueden reír, que saben reírse a carcajadas; y tenemos muchos, muchísimos motivos para reírnos. Y entre los múltiples beneficios de la risa, podemos saber que evita la depresión, el estrés, relaja la musculatura, mejora la autoestima y autoconfianza, elimina pensamientos negativos, nos volvemos más inmunes ante la enfermedad…
Qué me decís, vale o no vale la pena reírse? Y motivos no nos faltan, por ejemplo… ¡¡QUE ESTAMOS VIVOS!! Confieso que una de las cosas que me ha “curado psicológicamente” ha sido sin duda la risa, esa facilidad por reírme de todo :)))

El último piropazo me lo dedicó una mujer adorable, muy divertida, un gustazo estar con ella… “Ay Belén, me encanta tu risa, te ríes tan a gusto…” No me pudo ilusionar más.


2 comentarios:

  1. DI QUE SI!!! Arriba reirse del mundo y de un@ mism@!! es la mejor terapia para todo! :D

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  2. Creo que lo ha sido toda la existencia, desde que el humano es consciente de ello.. Pero hoy dia, con los tiempos que corren, no seria demasiado presuntuoso decir que REIR DA VIDA.. Felicidades por tu blog.. (Creo que ya sabes quien soy..) :)

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