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viernes, 12 de abril de 2013

¡CORRE!

Es sólo media hora al día, pero nadie se imagina el agobio y el stress que paso yo… Todos los días lectivos, en el instituto. A la hora del almuerzo. De 11.00 a 11.30 horas. 

Cinco minutos antes de las 11h ya estamos todos nerviosos, preparados para recoger corriendo libros, estuche y apuntes, esperando a que el profesor termine de soltar su sermón o la mayoría de las veces, no le dejamos ni terminar: el murmullo, las sillas que se arrastran y los libros que se cierran, callan al pobre profesor.

¡Qué ansia, por dios! Salen de clase como si no hubiera un mañana –yo prefiero esperar a que hayan salido todos, sino corro el riesgo de que se me tiren encima o de atropellar a alguien-. Yo voy toda nerviosa, si aún no me he despertado, ese es el momento…


Ya son las 11 en punto y yo estoy preparada con la mochila y la chaqueta encima de las piernas, para salir corriendo. Mientras suena la canción voy lo más rápido que puedo hacia los baños que, por suerte, no tengo que hacer colas la mayoría de las veces. Este instituto -Juan Comenius- es de integración (creo que es el único de toda Valencia) así que como está adaptado para que cualquier alumno/profesor con discapacidad pueda ser totalmente autónomo dentro de esa gran casa azul, hay un baño adaptado y grande donde poder ir yo sola. Obviamente nos turnamos porque somos muchos los alumnos con discapacidad y sólo hay 4 baños así (creo).

Así que, como decía, no tengo que hacer cola en la puerta… Llego, saco la llave, y si la puerta no se atasca, que últimamente va fatal, entro, hago malabares para no caerme, me subo como puedo los vaqueros y abro la puerta, si no se ha vuelto a atascar –que hace unas semanas me quedé encerrada diez minutos y menos mal que el baño es grande, que no tengo claustrofobia y que tenía el móvil para llamar…- y salgo. Luego voy derrapando hasta el ascensor, bajo al patio, bebo agua y mientras Sandra, mi niña favorita, me desenvuelve el albal del bocata. Mientras me lo como, miro el reloj y son las ¡11.25! –hay gente que no entiende por qué bajo si total tengo 7 o 8 minutos y voy de corre prisas; pero es que sólo el hecho de poder estar con los demás niños de integración, lo paga todo-
Por muy pequeño que sea el bocadillo y por mucha prisa que me dé nunca me lo termino a tiempo. Porque si a los 5 minutos que tengo le sumamos que por la disfagia mastico y trago más despacio… Y cuando suena la cancioncita aún estoy subiendo a clase y como una loca por el pasillo con el bocadillo metido a presión en la boca. Rara es la vez que no llego tarde a clase. 

Así que en eso consiste la media hora, entre las 6 horas de clases, que tenemos para descansar.

                          


"El placer y la actividad hacen que el tiempo parezca breve" William Shakespeare


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